Leonard Vermer recoge la carpeta de informes que la amable Gioconda Argyle, ayudante del Laboratorio, le ha dejado preparada en el metálica mesa de su despacho. Cuadra las hojas e invita a sus acompañantes a sentarse, de nuevo, en los sillones de cuero rojo.
- Bien, señores -comienza, mirando fijamente a Lorenzo Montti, su capitán con acceso a la Maestría, y a Andrea Rideni, con el que ha navegado en varios navíos estelares en las últimas campañas-. Los informes científicos son ajustados y Bado tiene preparados todos los cálculos energéticos necesarios para poder salir hacia la atmósfera en menos de veintiocuatro horas. Una vez allí podremos liberarnos de la fuerza gravitatoria de la Tierra y escapar a Ganímedes.
Montti y Bado no han abierto las carpetas de informes que han traído del Laboratorio, donde los grupos de científicos han presentado la Táctica de Supervivencia y los diseños a escala de algunas de las máquinas que será imprescindible embarcar para comenzar la vida en Ganímedes.
- Como he dicho hace unas horas, es necesario comenzar la evacuación -informa el comandante-. Ya he dado las órdenes pertinentes en las Salas de Embarque para que los civiles sean dispuestos oportunamente por Compuertas y Sectores de Habitabilidad.
Los capitanes asienten, comprendiendo lo que vendrá a continuación. Se disponen a levantarse, mientras Vermer les indica las últimas órdenes:
- Disponeos a coordinar el Plan de Evacuación conmigo desde Bastión Norte. Nuestra nave será la última en salir; con nosotros no vendrán civiles, aunque sí una serie de escuadrones de defensa para cubrir la retaguardia del resto. El Ejército Biónico Rebelde se encuentra ya junto a nosotros.