El último mensaje de la Dama Blanca
Las Compañías han trabajado duro para cumplir la última misión del Oráculo: preparar el Salón del Trono para la inminente llegara del amado rey Dra'ka.
Reunidos junto al fuego de la amplia sala, arrebujados en sus mantos de viaje, cada uno de los llamados deja vagar su mirada entre las llamas...: los Altos Hijos, de pie todos juntos y destacando por su altura y sus vestimentas grises y azules; los Fuertes de Thaudum, amantes del fuego, sentados a la espera de nuevas órdenes, en silencio; los representantes de la Casa Winterflame, los apreciados de Dra'ka, se pierden en sus pensamientos, susurrando palabras sacadas de generaciones y generaciones y de narraciones orales, sobre cómo será la venida del Rey Dragón... Algunos hombres y mujeres jóvenes, provenientes de los feudos más extensos de cada una de las Zonas de las Tierras Interiores, miran de reojo a los silenciosos Novicios Blancos y Hermanas Blancas, con el temor y la curiosidad que ejercen siempre aquellos que aprenden hechizos y se preparan para la sanación... o la guerra.
- Hermanos, hermanas -dice la voz de la Dama Blanca, desde algún punto de lo más alto de la sala-: los dragones se han despertado... Las luces del Alto Tenebroso están anunciado la llegada de Dra'ka y el inicio de la batalla final contra los enemigos de la Luz; como cuentan las Crónicas, las Torres Blancas de la Bella Eliwyn están reflejando su luz y la madre de los príncipes Tanis y Brielgil se preparara para recibir al que está llamado a restaurar la paz. ¡Preparaos!